«Despistando al demonio dejando varias puertas atrás, abiertas y sin cruzar, tuve tiempo para tramar mi plan».
El demonio me perseguía porque de esto un juego se trataba, yo me
escondía y él me buscaba. Si llegara a encontrarme de seguro ya no la contaría
y nuestro juego pronto acabaría. Dicho ser, aburrido se encontraba y no era la
primera vez que con un humano jugaba.
Los pasillos cavernosos conducían a diferentes
habitaciones, repletas de interminables puertas. Cuando cruzas por algunas de
ellas, ante ti, se alza de nuevo otra habitación repleta de nuevas puertas.
—Podrás cruzar la misma puerta, una y solo una vez —exclamaba,
pisándome los talones.
Las puertas que abría eran tan diversas; unas tan
pequeñas que incluso, temí quedarme atorada entre ellas. Otras eran inmensas
como casas, unas situadas en el techo y otras discretamente escondidas en los
rincones. Despistando al demonio dejando varias puertas atrás, abiertas y sin
cruzar, tuve tiempo para tramar mi plan.
De entre las innumerables habitaciones, había una
repleta de magníficos espejos. Las pisadas de aquel temible ser, al aproximarse,
hacían que la habitación temblase. Así pues, al colocar un espejo de cuerpo
entero frente a otro que abarcaba casi toda la pared, los 2 espejos mostraron
un laberinto de puertas infinitas.
—Sé que has entrado en esa habitación, ¡será mejor
que no te encuentre cuando entre! —reía preparándose para entrar.
Al ponerme entre ambos espejos, miré las imágenes virtuales
reflejadas; pero, a pesar de reflejar los objetos con el mismo tamaño y forma
que los “reales”, la imagen resultante también lo era. Cada reflejo mío suponía
un ser distinto, quien no era yo y, a la vez yo era todos ellos.
—Lista o no, ¡voy a entrar! —gritó, aspirando mi
aroma detrás de la puerta.
Y entré a través del espejo, abriendo una puerta en
otra dimensión, desplegando un abanico infinito de posibilidades para escapar
del demonio. El temible ser, viéndome en el espejo, se sintió engañado y con un
bramido encolerizado, sin querer, se recargó en el del cuerpo entero,
desfasándose el uno con el otro perdiéndome de vista.
Trató en vano de volver a juntarlos, sin embargo,
ahora entre los dos espejos solo se veía al demonio dubitativo; cuando hubo
entrado por el espejo al principio, no supo qué puerta abrir. Y siguió abriendo
y abriendo puertas con la esperanza de encontrarme.
FIN
~"Canicas cayendo" fue publicado en la ANTOLOGÍA HISTORIAS PULP #2
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