«Confundido, reniegas el hecho de ser el único que queda».
Muy cerca de ti, ronda un
guardia de seguridad. Aburrido, observas a la gente realizar las compras con
normalidad.
De un
momento a otro, el ambiente se torna extraño. Pones atención a tu alrededor; el
tiempo se ha detenido. Con desagrado ves que: ¡todos se han convertido en
maniquíes!
Asombrado,
te acercas hasta el guardia petrificado. Tocas su piel fría y plastificada bajo
el uniforme. Incapaz de aceptar lo ocurrido, el pánico comienza a apoderarse de
tu mente. Confundido, reniegas el hecho de ser el único que queda.
Te
diriges a la salida, pero es demasiado tarde. El centro comercial, ya ha
cerrado sus puertas.
FIN
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