«—Solo estoy cansado...—dijo con una voz triste, difuminándose en la noche».
Desperté en la noche, sin saber muy bien el motivo. Bajé
los pies de la cama. Me quedé sentado, aclimatándome a la penumbra.
—¿Estás despierto? —preguntó una voz familiar,
procedente del otro cuarto.
—Sí—contesté—. ¿Tú te encuentras bien? —le pregunté y levantándome, comencé a caminar
hacia allá.
—Solo estoy cansado…—dijo con una voz triste,
difuminándose en la noche.
Al cruzar de una habitación a otra, un grito
agudo y desesperado, taladró en mi cabeza. De la nada, una bamboleante sombra se
aproximó con rapidez a mi encuentro.
Me encontré defendiéndome de aquello que
intentaba dañarme, reducirme y silenciarme. Luchaba contra esa cosa extraña, sin
rostro o rasgos humanos aparentes. Por momentos, era mucho más fuerte y creía
estar perdiendo el enfrentamiento.
Debatíamos, de un lado a otro sin soltarnos. Hasta
que caí en cuenta de que: tanto su silueta como sus movimientos, eran idénticos
a los míos; sin embargo, sus acciones y pensamientos discrepaban de los que me
pertenecían.
Estaba peleando a muerte conmigo mismo.
FIN
No hay comentarios.:
Publicar un comentario